Sostenibilidad en el vacio
Perspectivas, proporción, relación espacial y una interminable sucesión de construcciones proyectadas en todas las dimensiones; y, claro, universos de color matizando la obra, sobreexponiéndola o subexponiéndola según esos criterios y discreciones que conforman la creatividad … la ciencia es bella y, del mismo modo, el arte es ciencia; o puede serlo.
En su pintura confluyen de forma ostensible ambas concepciones, y con notorias peculiaridades sustentadas sobre esa gran base imaginativa que es el buen humor y la perspicacia inteligente.
En primer lugar, me llaman la atención esas figuras sostenidas en el espacio tanto por irresolutos vacíos como por infinitesimales saturaciones, la nada y el todo, el cero y el infinito, ambos activadores de los poderosos vectores que la obra conjunta crea en nuestra imaginación. Y es precisamente esa gran imaginación de Álvaro la que excita nuestra fantasía.
Sus figuras distorsionadas no se apoyan ni referencian en horizontes, dimensiones ni distancias en el espacio euclídeo, sino que se sitúan flotantes y relativas entre las curvas del espacio-tiempo. Al igual que en la ciencias, no todo son axiomas y postulados sino también abstracciones las que permiten la formulación de las leyes físicas, y las formas que nos dibuja el artista son razonamientos que nos revelan concretos espacios subjetivos.
Esa misma subjetividad es la que conforma una minimalidad cromática mediante vectores de color, que solemos llamar manchas, que refuerzan la sostenibilidad de las figuras en el plano y, en efecto, en el espacio multidimensional.
Admirable es, sin duda, la audaz disposición de espacios vacios de negro y blanco absolutos, así como otras manchas básicas y rotundas que involucran determinados elementos conceptuales de la idiosincrasia y temperamento de este artista; sí, y de su ingenio.
José Alberto Bernardeau