El mar forma parte de mi ADN. Nací en una pequeña localidad de la costa murciana, Águilas. Parte de mi infancia transcurrió en la orilla de una playa. Recuerdo pasar una noche nadando por las calles de una ciudad sumergida. Es el único sueño que soy capaz de recordar a pesar de haberlo vivido cuando era niña.
Mi obra reinterpreta la simbología del agua, su perpetuo cambio, su faceta de espejo, su masa, tan pesada como invisible, equiparando el líquido elemento a las emociones efímeras, a los recuerdos. La búsqueda de identidad y la necesidad de introspección en una sociedad que vive, en numerosas ocasiones, sumergida en una espiral vertiginosa que no nos permite, como individuos, desconectar del todo y reconectar con el ser es el eje que vertebra mi trabajo.